50 millones de euros en los próximos tres años, que se traduce en torno a los 20-30 MW de potencia.
“Actualmente, estamos ejecutando tres proyectos: una planta de biomasa para una industria de fabricación de muebles en Burgos, otro para una minería en Salamanca y uno de purines en una granja en Benavente de unas 1.600 madres para gestionar el purín y luego con el digestato hacer fertilizantes”, explica a elEconomista Alfonso Barbero, CEO de Bioenergy Ibérica.
La compañía también ha firmado recientemente una alianza con el Grupo Starnaliza, especializado en soluciones de externalización para la industria, para el desarrollo y ejecución de proyectos de biogás en el sector ganadero. “Hemos creado una división que se llama Starbiogás, a través de la cual vamos a intentar atacar al sector de las granjas en España con el objetivo de hacer en torno a 20 plantas de biogás en un año”, concluye Barbero.
Por su parte, Álvaro Guarner, socio de Q-Impact, ha querido resaltar que “el sector industrial es uno de los más difíciles de descarbonizar, por lo que es interesante aprovechar los residuos de sus propios procesos productivos para producir energía y reducir las emisiones de las calderas tradicionales de gas”.
“Intentamos invertir en compañías que vayan a tener un impacto, pero que venga acompañado de crecimiento y rentabilidad. En el caso de Bioenergy, hemos hecho un esquema muy flexible para la compañía. Hemos invertido para que tengan músculo financiero para crecer y hemos hecho una estructura en la que la compañía ofrece dos soluciones a sus clientes: una, hacerles la instalación y vendérsela y, otra, como en el caso de Nestlé, hacerles la instalación pero, en lugar de vendérsela, firmar con ellos un PPA o HPS, de manera que Nestlé paga a Bioenergy el calor que genera esa instalación y, encima, reutilizan sus subproductos”, finaliza Guarner